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POR UNA GUELAGUETZA QUE FORTALEZCA LA VIDA

La palabra guelaguetza ha sido utilizada por los gobiernos en turno para mostrar hacia afuera una cara bonita de Oaxaca, pero hacia adentro niega la diversidad cultural existente en los pueblos indígenas y trata de deslegitimar el verdadero significado de la palabra, que trasciende la fiesta y en realidad se trata de una forma distinta de ver el mundo, en donde la solidaridad y el intercambio de esfuerzos están por encima de la ganancia.

La fiesta oficial ha pervertido el significado profundo de guelaguetza: no necesitamos dinero para hacerla, tampoco es un momento para mostrar lo bonito. Guelaguetza es compromiso de ayuda mutua durante toda la vida que fortalece lazos de amistad entre familias y comunidades, entre otros significados es hacer milpa colectivamente para garantizar el alimento de todas las familias que participan en su ejercicio.

Durante miles de años la humanidad produjo sus alimentos sin necesidad de contar con: semillas híbridas o modificadas genéticamente, agrotóxicos, sistemas de riego, maquinaria agrícola y transporte mundial para productos e insumos; todos éstos elementos de la agroindustria son causas importantes de la emisión de alrededor de la tercera parte de los gases de efecto invernadero y en consecuencia del calentamiento de nuestro planeta.

Los pueblos indígenas y las poblaciones campesinas del mundo han sido y siguen siendo despojadas de las semillas que han cultivado durante miles de años por empresas transnacionales que han diseñado tratados internacionales para propiciar el saqueo y la apropiación privada de las semillas que se traducen en los países en leyes de acceso y propiedad intelectual (el caso público más reciente en Oaxaca es el de los maíces fijadores de nitrógeno); al mismo tiempo tratan de minimizar sus actos de despojo a través de consultas amañadas o el mecanismo que denominan distribución justa y equitativa de beneficios.

Cada vez son menos empresas las que se han ido apoderando del control de las semillas y no es casualidad que sean las mismas que anteriormente producían agrotóxicos para la guerra. La concentración de las semillas industriales ha sido propiciada por los organismos multilaterales que hoy dictan las leyes que gobiernan a los países del mundo, no es casualidad entonces que sus principales productos sean semillas modificadas genéticamente que resisten sus agrotóxicos.

La falta de apoyo al campo que se profundizó durante los últimos 40 años ha dejado un campo sin campesinos o con campesinos de la tercera edad, la misión de esas políticas no ha sido otra que la de expulsar a los jóvenes de sus comunidades para convertirlos en mano de obra asalariada que tiene que comprar su comida, al mismo tiempo que mina la resistencia para defender los territorios frente a los megaproyectos que hoy ofrecen desarrollo y prosperidad.

Resultado de las políticas hacia el campo han sido la pérdida de soberanía alimentaria y como consecuencia estemos consumiendo alimentos procesados que nos enferman y que son causa de las pandemias más peligrosas que actualmente afectan a la humanidad.

Hacemos un llamado a los indígenas y campesinos a:

Seguir sembrando nuestras semillas nativas y criollas. Los gobiernos y las empresas utilizan la propaganda para convencernos de sembrar semillas “mejoradas”, al mismo tiempo que realizan acciones para expropiar las nuestras con el fin de ponerlas a disposición del agronegocio mundial. No necesitamos bancos de germoplasma para conservarlas en vitrinas. Sembremos nuestras semillas para conservarlas vivas.

La diversidad genética de semillas que conservamos en Oaxaca y en los territorios indígenas del mundo es garantía de nuestra sobrevivencia y la de la humanidad, sembrar diversidad como en la milpa es garantía de vida, hacerlo con nuestros sistemas tradicionales de cultivo o con formas agroecológicas es fomentar la vida. No caigamos en el engaño de ahorrarnos trabajo con el uso de herbicidas u otros agrotóxicos, esos productos solo traen destrucción. El futuro será sin agrotóxicos o no será.

Reivindiquemos nuestras formas propias de organización, nuestra guelaguetza, nuestro tequio, nuestra asamblea, nuestra espiritualidad, nuestra forma colectiva de poseer la tierra. En pocas palabras reivindiquemos nuestra comunalidad frente a la agresión que hoy pretende despojar los territorios oaxaqueños y acabar con nuestras diversas formas de vida. La comunalidad puede ser el paradigma que salve al planeta de la destrucción a la que está siendo sometido por el capital

Emisarios de las transnacionales seguirán llegando por nuestras semillas y otros genes que les interesan para hacer dinero, debemos tomar conciencia de que nosotros no somos sus propietarios para venderlos o entregarlos a cambio de supuestos beneficios, somos sus guardianes y en muchos casos los compartimos con otros pueblos. No nos dejemos sorprender con sus cantos de sirena.

A la gente de la ciudad la invitamos:

A procurar alimentos sanos a sus mesas, a investigar de donde viene su comida y cómo se produce, de esa manera se ayudarán a prevenir la enorme cantidad de enfermedades que los aquejan, es mejor consumir un alimento sano que tener que entrar enfermo al mejor hospital del mundo.

A consumir alimentos producidos por campesinos y no dejarse engañar por la forma, color, o sabor de los productos que venden los supermercados, ellos han diseñado sistemas de producción que terminan engañando a nuestros ojos y enfermando nuestros cuerpos.

A sembrar sus alimentos en casa, o en los espacios posibles, ellos devolverán vitalidad y la posibilidad de hacer comunidad.

A solidarizarse con los pueblos indígenas y campesinos en una campaña nacional e internacional en defensa de la milpa, la comunalidad y la vida.

 

¡Defender nuestras milpas es defender nuestras culturas, porque unas no pueden ser sin las otras!

Oaxaca de Juárez, Oax. A 11 de julio de 2021.

Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca

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