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Las más grandes empresas de agronegocios del mundo han organizado recientemente la Cumbre sobre los sistemas alimentarios del mundo con el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas, espacio desde donde pretenden fortalecer la agricultura industrial con sus propuestas tecnológicas de digitalización y robotización, nuevos transgénicos hechos con edición genética, así como organismos elaborados con biología sintética, entre otras, como ya lo empezamos a ver en nuestro país, al menos en la Península de Yucatán.

No podemos dejar de observar que una de las principales fuentes de gases de efecto invernadero que están provocando el calentamiento del planeta es la agroindustria, así mismo sigue utilizando su poder de “convencimiento” para continuar con el uso de agrotóxicos en el ámbito mundial, por lo que los “esfuerzos” que se hacen en los países como México para limitar su uso, como el decreto para la disminución gradual del glifosato, son inmediatamente impugnados y en la práctica ignorados.

Por su lado, la pandemia de SARS CoV-2 ha resultado el pretexto ideal para que algunas empresas realicen grandes negocios, las que se pueden ubicar con mayor facilidad por su relación directa con la pandemia son las farmacéuticas creadoras de vacunas, sin embargo, es notorio también el poder y ganancias que han acumulado las empresas dedicadas al control digital de la información y distribución de mercancías, entre las que están incluidos los alimentos.

Lo perverso del modelo que se va configurando a nivel mundial es que las decisiones sobre qué puede comer la gente, de qué se puede enfermar y cómo puede curarse, están quedando en manos de cada vez un menor número de empresas que no están interesadas en la alimentación o la salud de las personas, sino en la acumulación de ganancias.

Frente a ese modelo depredador, las comunidades indígenas y campesinas de Oaxaca, siguen siendo acosadas por los tesoros que resguardan, la diversidad biológica existente en sus territorios y la agrobiodiversidad generada por sus culturas ancestrales es ejemplo que se puede sobrevivir en este planeta con un modelo distinto al que plantean las grandes corporaciones transnacionales que pretenden apoderarse de sus semillas a través de patentes y modificándolas genéticamente. La comunalidad sigue siendo un baluarte de las comunidades indígenas oaxaqueñas y por eso también desde distintos frentes se busca minar su fortaleza

A pesar de todas las agresiones enumeradas anteriormente, son los pequeños agricultores quienes producen el 70% de los alimentos que se consumen en el mundo, la agricultura de autosubsistencia sigue dando de comer a millones de familias y es capaz de enfriar el planeta por la baja cantidad de insumos con los que produce y distribuye los alimentos diversos que genera.

Es importante reconocer que ha sido el trabajo acumulado durante miles de años por comunidades indígenas y campesinas lo que ha generado la diversidad de semillas con las que se siguen produciendo alimentos sanos. Los campesinos que nos dan de comer no han dejado de trabajar durante la pandemia, merecen todo
el reconocimiento por su trabajo.

¡Hacemos un llamado para que las comunidades indígenas y campesinas del mundo y los rebeldes que viven en la urbanidad, construyan alianzas para defender un futuro de vida en este planeta!

Oaxaca de Juárez, Oax., a 29 de septiembre de 2021

Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca